Realidades y ficciones en la educación
La calidad de la educación ha estado en el centro del debate nacional en las últimas semanas. Las propuestas de los...
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Matko Koljatic
La calidad de la educación ha estado en el centro del debate nacional en las últimas semanas. Las propuestas de los estudiantes y las respuestas del gobierno apuntan a mejorar la calidad. Pero, en mi opinión, la discusión se ha basado en ficciones más que en realidades, por lo que tengo dudas sobre el diagnóstico y, por consecuencia, si el problema está mal planteado, dudo que las ‘soluciones’ sean tales.
Me cuesta pensar, por ejemplo, que el lucro es parte del problema. Más bien, mirando la experiencia del uso de fondos fiscales en la solución de otros problemas sociales, mi impresión es que el lucro es parte de la solución. Considere lo que ocurre, por ejemplo, con lo que fue un problema gravísimo en Chile: el problema habitacional. En ese problema las empresas constructoras con fines de lucro han contribuido a la solución del problema; el Estado aporta subsidios y los ciudadanos los usan para comprar viviendas en el mercado. Pienso que nadie hoy piensa que el Estado debiera volver a ser constructor de viviendas en Chile, como lo fue en la época de la Corvi.
Algo similar ocurre con la municipalización. Es cierto que las instituciones educacionales municipalizadas tienen rendimientos inferiores a las de sus contrapartes particulares. Sin embargo, está demostrado que ese bajo rendimiento se explica en parte importante por el origen socio económico de los estudiantes en la educación municipalizada y las carencias que se derivan de ello. Para superar esta desventaja, como nos lo advertía Gonzalo Vial, se requiere subir fuertemente la subvención para llevar a cabo programas remediales y para implementar otras medidas que se sabe dan buenos resultados. ¿Cuáles? Aumentar el numero de días de clases (los niños coreanos, por ejemplo, tienen cerca de 80 días más de clases efectivas al año que los niños chilenos), mejorar las competencias de nuestro profesorado (piedra angular del sistema educacional, como lo demuestra el estudio de McKinsey) y bajar el número de alumnos por profesor (en Finlandia hay un profesor para 16 alumnos en la etapa primaria y en la secundaria 13 escolares por cada profesor, cifras muy lejanas a las chilenas, donde hay un profesor para 30 alumnos o más). En muchos países la educación básica y media se ha descentralizado a las municipalidades, con lo que ellas son parte de la solución más que del problema. Reconociendo que hay municipalidades en que el sistema no funciona bien, la mayoría de las alcaldías aporta recursos adicionales, provenientes de fondos generales, para financiar sus esfuerzos educativos. ¿Pondrá estos recursos adicionales el Mineduc?
Pasando a la educación superior, nuevamente nos encontramos con ficciones. Curiosamente, no son los estudiantes de las universidades privadas los que están movilizados, sino que alumnos de las universidades tradicionales, y en particular estatales. Ellos apuntan a falencias en las universidades privadas. Pero, ¿cómo andamos por casa? Si se usa como indicador de calidad las acreditaciones institucionales, según la pagina web de la Comisión Nacional de Acreditación, hay una universidad estatal no acreditada, la UTEM, y varias que han tenido serias dificultades en su acreditación. Se dan paradojas como que la Universidad Arturo Prat, que fue acreditada por sólo un año en diciembre de 2009 y está hoy en proceso de acreditación, además de funcionar en su sede original de Iquique, tiene una sede en Victoria, en la Araucanía, y ofrece programas, además, en Temuco y Chillán. ¿Tiene sentido que una universidad cuya calidad es cuestionada en las acreditaciones se expanda a otras regiones? Pienso que la respuesta es fácil: no. Otra universidad estatal, esta vez de la Región Metropolitana, tiene déficits operacionales recurrentes y un alto endeudamiento. ¿Qué refleja todo esto? Que hay un problema real, el gobierno corporativo en las universidades estatales, que requiere un cambio en la forma en que se designan los miembros de las juntas directivas, tema absolutamente ignorado en la discusión.
El punto anterior es sólo un botón de muestra de lo que son las realidades en educación superior. Hay muchos más, que por razones de espacio no puedo abordar, pero lo ocurrido en estas semanas, no da para estar optimista.